Exposición a la contaminación durante el embarazo, riesgo de hijos autistas

04/01/2015 - 12:04 am

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Ciudad de México, 4 de enero (SinEmbargo).- La investigación científica ha dejado atrás los tiempos en los que la contaminación ambiental se relacionaba únicamente con males respiratorios, pues en estudios recientes se le ha ligado con otros padecimientos neuronales degenerativos que afectan a los niños, como el mal de Parkinson, el Alzheimer, la esclerosis múltiple, y en uno de los documentos publicados por la Universidad de Harvard a finales del año pasado, se vincula la exposición de las mujeres embarazadas a altos niveles de partículas finas, con el desarrollo de autismo en el producto.

La Escuela de Salud Pública de dicha Universidad publicó a finales de diciembre el estudio en el que hallaron que las mujeres expuestas a altos niveles de contaminación en el aire durante su embarazo, especialmente en el tercer trimestre, duplicaban el riesgo de tener un hijo con autismo, en comparación con las madres que vivían en áreas con bajos niveles de la también llamada materia particulada, generalmente producida por chimeneas industriales, vehículos e incendios.

Entre mayor es la exposición, mayor es el riesgo, de acuerdo con el informe publicado en la revista Environmental Health Perspectives, el primero en su tipo realizado en los Estados Unidos, en donde las cifras de autismo han ido de un caso por cada 150 en el año 2000 a uno de cada 68 en 2010.

Estudios anteriores ya habían sugerido que además de la genética, la exposición a contaminantes ambientales en el aire, estaba relacionado con el autismo, sin embargo, el nuevo papel se enfocó en especificar el periodo de embarazo.

Para llegar a estos hallazgos, se recogieron datos del Estudio de Salud de Enfermeras, realizado por más de 116 mil trabajadoras de Estados Unidos en 1989, con el que se revisó la descendencia de los habitantes de los 50 estados de la nación, y en dónde vivieron durante el embarazo. Paralelamente se revisaron datos de la Agencia de Protección Ambiental para definir los niveles de partículas finas en la contaminación del aire.

Con estos datos identificaron a 245 niños diagnosticados con Trastornos del Espectro Autista (TEA), a quienes compararon con un grupo control de mil 522 menores sanos, con lo que concluyeron que la exposición a estas partículas durante el embarazo, no antes ni después, estaba significativamente relacionado con dicho desorden.

“La base de pruebas para probar fundamentar el papel que juega la exposición materna a la contaminación atmosférica en el riesgo de trastornos del espectro autista, se está haciendo muy fuerte. Esto no sólo nos da una idea importante a medida que seguimos buscando los orígenes de los trastornos del espectro autista, sino como una exposición modificable, abre la puerta a pensar en posibles medidas preventivas.”, dijo en un comunicado Marc Weisskopf, profesor de Epidemiología Ambiental y Ocupacional, y principal autor del estudio.

En medio de la controversia, también a finales del año que recién terminó, la investigadora del Instituto Tecnológico de Massachusetts, Stephanie Seneff, declaró que de seguir la tendencia como al día de hoy, para el 2025 uno de cada dos niños será autista, en buena parte por culpa del herbicida Roundup, utilizado por la empresa Monsanto, cuyo ingrediente activo Glifosfato vinculó con el aumento en las incidencia de este desorden desde que se comenzó a utilizar en 1990.

Por otro lado, en octubre del 2014 científicos de la Universidad de California publicaron un estudio en el que comprobaron esta hipótesis por lo menos en mujeres y niños de esa región, y establecieron que las madres que vivían cerca de una granja en la que se usaban pesticidas tenían un riesgo 66 por ciento mayor de que sus hijos padecieran autismo.

Contaminación y problemas neuronales en México

La doctora mexicana Lilian Calderón-Garcidueñas, especializada en toxicología, ha investigado desde hace varias décadas la conexión entre la contaminación del aire y el padecimiento de males cerebrales en los niños, y el año pasado comprobó junto con otros expertos de la Universidad de Montana que existe un vínculo entre ésta y el desarrollo de Alzheimer, en un estudio realizado con registros de los habitantes de la Ciudad de México.

En la investigación más reciente titulada “La contaminación del aire y los niños: los anticuerpos de unión Neuronales y metales de combustión, el papel de la rotura de la barrera y la inmunidad del cerebro en la neurodegeneración”, publicado en agosto de 2014, Calderón-Garcidueñas y su equipo compararon 58 muestras de fluido cerebroespinal de un grupo de personas que viven en una cuidad con niveles bajos de contaminación, con los de 81 niños del Distrito Federal.

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Ahí se encontró que los menores que vivían en el DF presentaban un nivel significativamente más alto en sus niveles de autoanticuerpos, los cuales estaban atacando a su propio cerebro. Esto debido a que cuando una partícula de aire y sus componentes (donde puede haber metales) son inhalados o tragados, pasan a través de barreras dañadas, incluyendo las respiratorias, gastrointestinales y la sangre que se dirige al cerebro, lo que puede causar daños.

La Dra. Lilian Calderón habló anteriormente con SinEmbargo al respecto de su investigación y explicó cuál es exactamente la relación entre la contaminación y el Alzheimer, la cual tiene su origen en la inflamación sistémica.

“Cuando un niño está expuesto a contaminantes ambientales, incluyendo partículas, ozono, humo del tabaco, etc. las barreras epiteliales del aparato respiratorio alto (nariz, laringe) y bajo (pulmones) se dañan y como resultado, da inicio a una reacción inflamatoria primero local, la cual después se extiende al organismo a través de la producción de potentes proteínas llamadas citocinas que son pro-inflamatorias.

Un niño clínicamente sano de la Ciudad de México está en un constante estado de inflamación sistémica. En un niño que aparentemente está sano, la problemática no se detecta hasta que se hacen estudios especiales y los resultados se comparan con los que se obtienen en otro niño que vive en una ciudad con una contaminación mínima, esto es niveles de contaminantes atmosféricos por debajo de las normas permitidas. ¿Es esa constante inflamación innocua? La respuesta es no. Esa inflamación tiene repercusiones serias a muchos niveles, incluyendo el cerebro en desarrollo”, dijo la experta.

Para combatir este problema, la doctora señala que se debe de recurrir a la medicina preventiva: “como médicos estamos conscientes que estos cambios  inflamatorios se pueden disminuir significativamente con el consumo de una dieta rica en antioxidantes y de hecho hemos publicado artículos en ratones y en niños describiendo los benéficos de la administración de chocolate obscuro con un contenido superior al 50 por ciento de cacao. Sin embargo, ninguna medida sería efectiva mientras la población siga constantemente expuesta a niveles de contaminantes como partículas finas por arriba de las normas aceptadas y por ende persista el estado inflamatorio”.

Actualmente no hay una cura médica para atacar esta problemática y revertir los efectos una vez que ya haya un cerebro dañado, en gran parte porque hace falta realizar más estudios y que tanto los gobiernos como la sociedad preste un mayor interés al asunto de la contaminación.

en Sinembargo al Aire

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